En ciernes tercera Guerra Mundial

Estanflación VS La Oferta .

Según los expertos, la tercera guerra mundial será en el plano económico entre la Estanflación y la Oferta como solución para frenar su avance mundial que amenaza con hacer colapsar las grandes economías del mundo. Para muchos, la solución a la estanflación a través de la oferta. Según las previsiones más recientes del Banco Mundial, el crecimiento mundial se desacelerará 2,7 puntos porcentuales entre 2021 y 2024, es decir, más del doble de la desaceleración registrada entre 1976 y 1979. Para evitar un período prolongado de estanflación, los responsables de formular políticas en todo el mundo deben centrarse en cinco áreas clave.

En plena era Post Covid, vivimos la recesión mundial más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. La segunda edición promete herir mortalmente a la economía. En esta ocasión, de manera simultánea, la inflación y un ralentizado crecimiento se erigen en sus grandes fratricidas. Las penurias de la estanflación podrían persistir durante varios años, con consecuencias potencialmente desestabilizadoras para las economías tercermundistas de ingreso bajo y mediano, a menos que se logren aumentos importantes en la oferta.

En el contexto de la actual guerra rusa en Ucrania, el alza de la inflación y el incremento de las tasas de interés, se prevé que el crecimiento económico mundial se desplome en 2022.

El crecimiento mundial disminuyó del 5,7 % en 2020, a 2,9 % en el 2021. Esto impuso un recorte de casi un tercio en la previsión de enero de 2022, en la que se proyectaba un 4,1 %. La subida de los precios de la energía y los alimentos, junto con las disrupciones en la oferta y el comercio provocadas por la guerra en Ucrania y la necesaria normalización de las tasas de interés ahora en curso, explican la mayor parte de esta rebaja.

La pandemia afectó el crecimiento de los ingresos y la reducción de la pobreza en las economías en desarrollo. Y las consecuencias de la guerra en Ucrania intensifican los desafíos  que enfrentan muchas de ellas. Incluso potencias mundiales como los Estados Unidos enfrentan la más alta inflación de las últimas cinco décadas. En LATAM se espera que las economías crezcan un 3,4 % en 2022, apenas la mitad de la tasa de 2021 y muy por debajo del promedio registrado entre 2011 y 2019. De modo similar, las previsiones de crecimiento para los países de ingreso mediano en 2022 se han reducido significativamente: han caído 1,3 puntos porcentuales respecto de las de enero.

En 2023 el ingreso real per cápita se mantendrá por debajo de los niveles anteriores a la pandemia de COVID‑19 en alrededor del 40 % de las economías en desarrollo. Para muchos países, será difícil evitar la recesión. Con las restricciones en el suministro de gas natural, especialmente el que se utiliza en la producción de fertilizantes y en las redes eléctricas de los países más pobres, será esencial que se anuncien importantes aumentos de la producción en todo el mundo para restablecer el crecimiento no inflacionario.

El peligro para la economía mundial es la dualidad de una inflación superior al promedio, y un crecimiento inferior al promedio, y que esto persista durante varios años, un fenómeno que no se observa desde la década de 1970. Se estima que entre 2022 y 2024 el crecimiento mundial se desacelerará 2,7 puntos porcentuales, es decir, más del doble de la desaceleración registrada entre 1976 y 1979. Es probable que el crecimiento siga siendo tenue durante toda la década debido a las escasas inversiones en la mayor parte del mundo. Dado que en muchos países la inflación se encuentra ahora en los niveles más altos en varias décadas, y puesto que se espera que la oferta se expanda con lentitud, existe el riesgo de que la tasa de incremento de los precios se mantenga más elevada durante más tiempo de lo que se prevé en la actualidad.

A un tiempo, la deuda pública externa  de las economías en desarrollo se encuentra en niveles sin precedentes. La mayor parte fue contraída con acreedores privados, y una gran proporción está sujeta a tasas de interés variables que podrían aumentar repentinamente. Conforme se endurecen las condiciones financieras mundiales y las monedas se deprecian, el sobreendeudamiento.

“Hace siglos los expertos vaticinaron que la tercera guerra mundial sería económica, lo que no tuvieron en el radar ni los más clarividentes es que sería entre la Estanflación VS La Oferta en Duelo de Titanes”

El cese de la política monetaria laxa en Estados Unidos y otras economías avanzadas, junto con el consiguiente aumento de los costos mundiales de los empréstitos, representa otro factor adverso importante para el mundo en desarrollo.

Además, en los próximos dos años, la mayor parte del apoyo fiscal proporcionado en 2020 para combatir la pandemia se habrá desmantelado, a pesar de que los niveles de deuda se mantendrán altos. A medida que se endurezca la política monetaria, será importante reducir la desigualdad y buscar incrementar los ingresos de todos mediante herramientas fiscales y monetarias que fortalezcan las cadenas de suministro, las pequeñas empresas y el proceso de asignación de capital.


Sin embargo, las condiciones actuales difieren de las de la década de 1970 en varios aspectos importantes. El dólar, extremadamente débil en esos años, hoy muestra solidez. Los precios del petróleo se cuadruplicaron en 1973-74 y se duplicaron en 1979-80; en la actualidad, en términos ajustados por inflación, dichos precios equivalen a solo dos tercios de su nivel de 1980. Y los balances generales de las principales instituciones financieras son en su mayoría sólidos, mientras que en la década de 1970 representaban un riesgo.

La diversificación de las economías modernas son ahora más flexibles que en los años setenta, con menos rigideces estructurales relacionadas con los salarios y los mercados laborales, mientras que los responsables de formular políticas están hoy en día en mejor posición para protegerse de los factores que generan estanflación. Por otro lado, los marcos de política monetaria son más creíbles: los bancos centrales de las economías avanzadas y de muchas economías en desarrollo trabajan con mandatos claros referidos a la estabilidad de precios. Esto, junto con el hecho de que las tecnologías y los capitales existentes tienen la capacidad de generar aumentos cuantiosos en la oferta, ha ayudado a anclar las expectativas inflacionarias a largo plazo.

Para reducir el riesgo de estanflación, los responsables de formular políticas de todos los países deberán implementar medidas específicas. En una época extraordinaria en la que se superponen diversas crisis mundiales, los funcionarios encargados de diseñar políticas deben prestar vital importancia a diversos factores.

Evitar una crisis humanitaria que provoque una migración masiva en Ucrania, hacia los países vecinos, llegando a desbordarlos. Para contrarrestarlo, se debe coordinar la respuesta a la crisis, lo que incluye el suministro de alimentos, asistencia médica y financiera de emergencia a las zonas devastadas por la guerra, y la distribución de la carga que supone albergar, apoyar y tal vez reubicar a los refugiados y las personas desplazadas oportunamente.

Contrarrestar el alza de los precios del petróleo y los alimentos, incentivando la producción para fines de exportación. El comercio es confianza, los mercados miran al futuro y la mera oferta de sobre producción ayudaría a reducir los precios y las expectativas inflacionarias. Todos los países deben reforzar sus sistemas de protección social y evitar las restricciones a la exportación e importación que agravan el aumento de los precios.
 

Los países deben concentrarse en la renegociación de sus deudas externas y amortizar el capital, con pagos adelantados. El endeudamiento pospandemia ha sido uno de los más graves lastres para los países medianos y pequeños, su caída libre podría causar un efecto dominó sobre la economía mundial.  

En cuarto lugar, los funcionarios deben mejorar la preparación sanitaria e intensificar la labor para contener la COVID‑19. La ampliación de los programas de inmunización en los países de ingreso bajo, incluida la vacunación contra la COVID‑19, debe ser una clara prioridad mundial.
 

En quinto lugar, se debe acelerar la transición hacia fuentes de energía con bajos niveles de emisión de carbono. Para reducir la dependencia respecto de los combustibles fósiles se necesitarán más inversiones en redes eléctricas, fuentes de energía menos contaminantes y mayor eficiencia energética. Los funcionarios encargados de formular políticas en los países deben crear marcos regulatorios climáticamente inteligentes, ajustar las estructuras de incentivos y fortalecer las regulaciones sobre el uso de la tierra.

La recuperación de la prosperidad a largo plazo dependerá de que se logre volver a un crecimiento más rápido y un entorno normativo más estable y basado en normas. Hay buenas razones para esperar que, una vez que se detenga la guerra en Ucrania, se redoblarán los esfuerzos —incluso los del Grupo Banco Mundial— para reconstruir la economía de ese país y reactivar el crecimiento mundial. Mientras tanto, los responsables de formular políticas deben mitigar las demás amenazas al desarrollo: el aumento abrupto de los precios de los alimentos y la energía, la persistente presión estanflacionaria, el sobreendeudamiento cada vez más peligroso, el aumento de la desigualdad y la inestabilidad, y los innumerables riesgos derivados del cambio climático.

Este artículo de opinión fue elaborado a partir del informe Perspectivas económicas mundiales de junio de 2022 del Grupo Banco Mundial.

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